Categorias: Terapias alternativas

Elegir nuestro deporte adecuado II.

El otro día os hablaba de la importancia de hacer deporte y de que cada persona puede encontrar el que mejor le vaya y con el que mejor se sienta.

Hoy quiero seguir con este tema dando algunas pautas más para sentirnos cómodos con el tipo de ejercicio que elijamos.

No olvidéis que no tiene sentido empezar a hacer ejercicio sólo para ponerse en forma. Hay que hacer deporte por placer, por divertirnos, por querer sentirnos bien.

Cada cuerpo, una necesidad

  • Si se tiene un tipo atlético, es decir, una persona de físico fuerte, musculoso, huesos grandes y espaldas anchas, conviene que el trabajo incluya un trabajo aeróbico regular, una ligera tonificación de la musculatura y hacer hincapié en los estiramientos.
  • Un tipo en forma de guitarra, de piernas anchas y poco musculadas y tronco más pequeño, requiere un plan destinado a muscular el tren inferior. Son aconsejables la bicicleta, el baile, el aeróbic, etc. Para muscular hay máquinas específicas y las bandas elásticas van muy bien.
  • Un cuerpo asténico requerirá al principio un buen trabajo aeróbico con natación, por ejemplo. A medida que se gane resistencia cardiovascular, se introducirá el trabajo con pesas.
  • Cuando la grasa se acumula en el vientre, además del trabajo aeróbico para quemar calorías y de fuerza general, resultarán imprescindibles los abdominales, siempre guiados por un profesional que nos indique cuáles son los adecuados para nosotros. A pesar de que una gimnasia localizada no sirve para perder grasa en un lugar concreto, si no que es necesario un ejercicio cardiovascular global, la musculatura abdominal no ejercita con las tareas diarias, aunque sí con aeróbic o spinning. Tonificar ese grupo muscular evita hernias discales y permite una mayor armonía corporal.
  • Si hay dolores de espalda, el ejercicio aeróbico debe evitar el impacto y los saltos. Es muy importante el trabajo abdominal que previene el dolor lumbar y privilegiar más que nunca los estiramientos.
  • Cuando se tienen las rodillas resentidas o con alguna lesión hay que descartar los saltos y los steps en la parte aeróbica. Es recomendable la bicicleta, poniendo unas medidas adecuadas entre el sillín y el pedal, teniendo que estar la pierna totalmente estirada al final de la pedalada. Antes de nada se debe fortalecer el cuádriceps para que el músculo trabaje más y la articulación menos.
  • Una persona delgada, si no tiene el colesterol alto, tendría que priorizar la resistencia muscular. El objetivo es ganar peso, ganando músculo y no grasa. Se necesitan muchas repeticiones con poco peso para ir aumentándolo.

Reglas para lograr ser constante

La regularidad es básica para que la práctica del ejercicio resulte saludable.

  • Pide consejo a un entrenador o técnico en fitness antes de empezar.
  • Sé consciente de tus trampas mentales y barreras internas para no acudir a tu cita con el ejercicio.
  • Si crees que no tienes tiempo, cuenta los ratos que pasas en una actividad sedentaria. Seguro que salen 20 minutos tres días a la semana, hay que aprovecharlos.
  • Escoge el deporte por el placer que genera. Apunta lo bien que te sientes después de cada sesión.
  • No quieras ir deprisa, es más fácil que te decepciones y lo dejes antes. Incorpora el ejercicio progresivamente y acepta las agujetas y el cansancio de las primeras veces.
  • Proponte retos reales a corto plazo, es muy contraproducente plantearse un objetivo como adelgazar 6 kilos en un mes. El músculo pesa y al principio es normal no bajar de bajar de peso.
  • Reserva un hueco en tu agenda para hacer ejercicio y cúmplelo, como si fuera una reunión ineludible de trabajo. De hecho, es una reunión muy importante contigo mismo, tu salud y tu bienestar.
  • Si se deja de golpe el ejercicio surgen dolores por la falta de tono muscular, se engorda por el menor gasto calórico, aparece flacidez y nos baja el ánimo por la menor entrada de oxígeno en nuestras células y la menor producción de endorfinas.
Mónica Hidalgo

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Mónica Hidalgo

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