Categorias: Nutrición

La alimentación y las emociones

¿Cómo puede repercutir nuestro estado emocional en los alimentos que ingerimos? ¿Todos los alimentos que ingerimos los consumimos porque tenemos hambre, o los necesitamos?

Tenemos que saber que no solo comemos por supervivencia sino también por placer, ya que, además de nutrirnos, aplacamos muchas de las emociones que sentimos.

¿Qué nos atrae de los alimentos?

Podemos clasificar el atractivo de los alimentos en estas categorías:

  • Sensorial (color, sabor, textura, presentación).
  • Emocional (hábitos familiares, lugar donde comer, recuerdos de una persona o mascota…).
  • Supervivencia.
  • Intelectual (atendiendo a llevar una alimentación sana y equilibrada).

Pasamos toda la vida dirigiendo con la mente, olvidando y enterrando emociones y no escuchando a nuestro cuerpo físico.

En realidad los apegos alimenticios son carencias energéticas.

Es difícil escucharnos en esta sociedad de consumo en la que vivimos, y no solo tiene necesidades nuestro cuerpo físico, sino también el emocional y mental. Y ante esto, aparece una pregunta clave ¿lo necesito o lo deseo?

Solemos desear chocolate, alcohol, estimulantes, refrescos. Algunas veces el cuerpo lo necesita y otras es porque hemos tenido un problema o dificultad en la vida. Buscamos una manera de evadirnos momentáneamente, en realidad tapamos la manera en la que nos sentimos, buscando efectos energéticos contrarios con pan, pizzas, snacks, queso y así evadirnos también.

¿Porque no deseamos verduras y frutas?

Hay una teoría genética, que explica por qué tendemos a desear alimentos calóricos. Esta teoría consiste en que nuestros antepasados pasaban mucho tiempo sin comer  y eso les producía mucho estrés y cuando podían elegir escogían alimentos calóricos para dar energía. Pues bien, cuando nosotros nos sentimos estresados elegimos esos alimentos calóricos, para calmar ese estrés.

Tampoco podemos ir al polo opuesto y reprimirnos por completo. Cuando comamos algún alimentos «prohibido» que reprimimos, lo que conseguiremos es no disfrutarlo, sentirnos culpables y no sentir placer al comer.

Por ello cuando deseemos mucho un alimento, nos sentamos un momento y nos preguntamos el por qué.

La comida y nuestras emociones

Las emociones son energías en movimiento que pueden ser de deficiencia (debilidad, victimismo, miedo, falta de autoconfianza…) o energía en movimiento en exceso (cólera, ira, agresividad, arrogancia…). Y estas emociones se crean según nuestros pensamientos, los cuales proceden de nuestras creencias.

Nuestro cuerpo emocional también necesita nutrirse, pero no con chocolates, refrescos, snacks, etc. Debemos averiguar qué necesitamos y afrontarlo.

Pero no solo comemos según nos sentimos sino que la comida también nos crea emociones generadas por el estado de salud de nuestros órganos vitales. Al mismo tiempo, también se crean a partir de nuestros pensamientos, es decir, que es recíproco.

Según estemos emocionalmente comeremos unos alimentos u otros, pero los alimentos también repercuten en nuestro estado emocional. Por ejemplo, si yo ingiero alimentos que bloquean mi hígado o vesícula tendré emociones de cólera, agresividad, impaciencia, ira, etc.

Por eso os invito a llevar una alimentación consciente pues es imprescindible para superar determinados desórdenes alimentarios. Muchas veces nos obsesionamos con la alteración o el desorden pero no vemos cómo está la persona emocionalmente y no solo me estoy refiriendo a anorexia, bulimia, etc. puede ser ansiedad por la comida, autocastigarse comiendo mucho o poco, etc.

Si queréis conocer algunos trucos eficaces para aliviar la ansiedad por comer, os recomiendo nuestro artículo sobre 5 remedios para mejorar  el estrés, la ansiedad y la depresión.

Soraya Chico

Ver comentarios

  • Mas que maravillosa Pagina . De gran Contenido ... Mi mayor agradecimiento Adjuntando lluvia de Felicidad y Bendiciones !!!!!

  • Gracias Hector, gracias por tu comentario.

    Si miras en nuestro buscador tenemos varios post hablando sobre la alimentación y las emociones.

    Un abrazo y gracias.

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Publicado por
Soraya Chico
Etiquetas: Ansiedadestrés

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